El tratado comercial es claro: la responsabilidad de proteger las inversiones que llegarán a Estados Unidos, Canadá o México son de cada nación, apunta Ramses Pech.

Ante la nueva normalidad económica que tendrá a lugar en el mundo, entraremos en un nuevo contexto en la relación comercial entre Estados Unidos, Canadá y México. El tratado que vence este 1 de julio no sirvió a México para tener un crecimiento tecnológico o energético, debido a que nos convertimos solamente en un país de ensamblado de marcas y empresas. En la parte de energía sólo rentamos servicios, equipos y conocimiento para poder cubrir una necesidad del mercado interno monopólico (por medio de licitaciones y contratos desde un punto de vista legal por muchos años). Algunos de ellos no tenían un sustento tecnológico comprobado, ya que estaban en función del presupuesto que las empresas del estado Pemex y CFE tenían acceso en forma anualizada de lo que era aprobado por la nación.

Ahora en México, ante la apertura de mercado por medio de la herramienta llamada Reforma Energética, cabe aclarar que no es una ideología para la realización de contratos legales, sino una serie de lineamientos, normatividades y regulaciones técnicas que permiten evaluar cada proyecto en un mercado abierto.

El mercado mexicano tiene apenas cuatro años de vida y países como Estados Unidos tienen una maduración de más de 40 años, que han permitido la inversión de otras empresas en el mercado, cuyo objetivo es la reducción del riesgo financiero por la nación al aprovechar el desarrollo industrial, tecnológico y al tener una adaptación continua con el entorno.

Hasta antes del 2014, en México las empresas venían a invertir protegidas por medio de contratos legales firmados con las empresas productivas del estado (EPE). Ante los cambios mundiales acontecidos en 2008 y 2015, el presupuesto asignado a Pemex y CFE fue contraído, limitando poder cumplir en el tiempo los pagos y los planes y en poder cubrir las necesidades del mercado interno, sin influir en el mercado global.

Ante tal situación surge la Reforma Energética y esta no significó en dejar a un lado a las EPE o privatizar (comprada por un privado), sino era mutarlas para que tuvieran acceso a tecnologías, igualdad y poder desarrollarse en forma autónoma, ante el crecimiento de un mercado. El problema en México es que se convirtió en un arma política y se dejó a un lado lo técnico. https://expansion.mx/opinion/2020/06/23/lo-que-mexico-firmo-en-el-t-mec?fbclid=IwAR1_xERONiGOm9UHpkv_PIOuXtP_5A4kxh0trXezPOwqgKU0skk4EekCAEM

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